Está solo. Para seguir camino
se muestra despegado de las cosas.
No lleva provisiones.
Cuando pasan los días
y al final de la tarde piensa en lo sucedido,
tan sólo le conmueve
ese acierto imprevisto
del que pudo vivir la propia vida
en el seguro azar de su conciencia,
así, naturalmente, sin deudas ni banderas.
Una vez dijo amor.
Se poblaron sus labios de ceniza.
Dijo también mañana
con los ojos negados al presente
y sólo tuvo sombras que apretar en la mano,
fantasmas como saldo,
un camino de nubes.
Soledad, libertad,
dos palabras que suelen apoyarse
en los hombros heridos del viajero.
De todo se hace cargo, de nada se convence.
Sus huellas tienen hoy la quemadura
de los sueños vacíos.
No quiere renunciar. Para seguir camino
acepta que la vida se refugie
en una habitación que no es la suya.
La luz se queda siempre detrás de una ventana.
Al otro lado de la puerta
suele escuchar los pasos de la noche.
Sabe que le resulta necesario
aprender a vivir en otra edad,
en otro amor,
en otro tiempo.
Tiempo de habitaciones separadas.
Luis García Montero
2 comentarios:
Caminar sola, sin peso, ligera... de vez en cuando... pero volviendo siempre a la compañía, al peso a la carga, a caminar despacito para esperar el paso del resto.
UFF que poema
Gema, esta vez sos vos la q me enseña,agarrandome la mano, algo nuevo
y yo como una cria quedo con los ojos enormes y fasinada...
esta vez soy yo la que dice gracias
y llega en un momento en el que...
me recuerda mucho a una persona q ahora esta asi...
se lo mostrare
un abrazo
la persona tambien te lo daria
asiq va por partida doble
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